Siempre en las experiencias de vivir fuera de mi país aprendí millones de cosas. Siempre me sentía "más grande" cuando regresaba, más madura. Primero, por el hecho de "vivir solo", el hecho de tener que hacer sus cosas por sí mismo, sin que nadie le ayude, desde cosas tontas como arreglar la cama, hacer mercado, hasta firmar contratos para alquileres de apartamentos, arreglárselas con los bancos y demás insituciones... Y segundo, porque ya nadie le dice qué está bien y qué está mal, sino su propia conciencia y sus propios valores. Se cometen errores, seguramente, pero detrás de ellos vienen las enseñanzas.
Esta vez fue diferente. En todas las anteriores experiencias, tanto en Estados Unidos como en Europa, me había sentido privilegiada en todo sentido. Por como se me habían dado las cosas, por la gente que había conocido y que me había acompañado en mis aventuras. Por que cada uno de esos viajes me habían recordado lo linda que ha sido la vida conmigo. Esta vez, viví cosas diferentes, momentos difíciles, a veces creí perder mis fuerzas como nunca antes. Eso hizo de mi experiencia algo particular, diferente a todo lo que había vivido antes. En el momento uno piensa que la vida es injusta, que la vida es muy dura, aún siendo consciente de lo privilegiados que somos. Pero esta ciudad, que pensé era llena de muros y encierros (como alguna vez la describí en este Blog) me dejó un sinnúmero de lecciones que quisiera compartir aquí, porque me tomó un par de semanas y unos cuantos aeropuertos, aviones y kilómetros para identificarlas. Con seguridad hay muchas más... pero es aún pronto para reconocerlas todas.
Lo importante es que no fueron sólo "algunas lecciones" aprendidas, como lo habían sido las demás experiencias, sino que más que eso, esa ciudad me cambió la vida y voy a contarles cómo. Para hacerlo, voy a dividir esto en tres temas:
* La amistad. Los amigos en una ciudad como Washington son más que amigos, son familia. Ahí todos creen en y quieren a sus amigos como hermanos. Se desarrolla un nivel de amistad mucho mayor del que se da entre dos personas que crecieron juntas en el cole. Es mágico, es doloroso también, porque DC sigue siendo una ciudad pasajera, de tránsito, donde los amigos vienen y van. Pero a pesar de ello, las personas se quieren, comparten a fondo, confían y se encariñan. No es la primera vez que me pasa, soy sentimental, me encariño con mis amigos a donde quiera que voy (por eso tengo amigos regados por todo el mundo) pero Washington, déjenme decirles, es a otro nivel. Uno siente como si tuviera un imán a cada lado del corazón, cada uno tira con fuerza hasta abrirlo completamente para que otros puedan verlo, tocarlo y manipularlo. Y esto lo permitimos deliberadamente, porque también otros han abierto sus corazones para que nosotros podamos verlos, tocarlos y manipularlos. Todos parecen estar en la misma situación de "soledad", digámoslo así, y por lo tanto reciben felices el cariño de otros. Es maravilloso, peligroso porque estamos muy expuestos, vulnerables a los cambios, pero no deja de ser satisfactorio y lleno de emociones. La lección aprendida sobre la amistad es que uno puede tener miles de personas conocidas, decenas de compañías, pero amigos verdaderos son la mínima parte de ellos. Esto no es nuevo, lo nuevo es que podemos creer que esos amigos están ahí SIEMPRE y la verdad es que los únicos que están ahí SIEMPRE son los que nos trajeron al mundo y los hermanos. La clave es disfrutar a esas personas que llamamos amigos, aprender de ellos todo lo que se pueda y compartir todos los momentos posibles, mientras están ahí. Y conservar aquellas amistades que nos llenan el corazón, que valen la pena y que trascienden fronteras.
* El amor. Las relaciones de pareja viniendo de un contexto de amistad profunda entre las personas, de complicidad, de apego, también son algo intenso. Dos vidas que se juntan en esa ciudad viven con intensidad. Como si el tiempo estuviera contado, y muchas veces es el caso. Entonces es casi siempre un choque de astros, que muchas veces funciona a la perfección y otras es el perfecto fracaso. Pero siempre, siempre, es un choque de astros. Un encuentro de dos seres que casi siempre vienen de dos extremos del planeta, es decir que son dos mundos tan diferentes pero que se entienden mejor que nadie, entre los que la confianza y la complicidad se construyen rápidamente. O por el contrario, dos mundos que en la superficie parecían ser muy similares pero que en el fondo eran dos polos que nunca podrían juntarse. La lección aquí es que no se debe correr, por más tiempo contado que haya, por más presión de cualquier clase, por más impulso que se tenga, hay que tomárse las cosas con calma y vivir poco a poco. Puede que las cosas se den bien, como puede que no. El tiempo no se puede devolver, no hay segundas oportunidades, así que lo mejor es vivir de manera que si alguien nos dijera que podemos volver a empezar, eligiéramos vivirlo todo tal y como lo vivimos la primera vez.
* El intelecto. Dejé éste para el final porque considero que es el ámbito que más me cambió, que más me hizo crecer, aunque sé que los dos puntos anteriores fueron unas de las lecciones más importantes de mi vida hasta el momento. El aire intelectual que se respira en esa ciudad es algo que te cambia la vida, si lo sabes detectar. París es una ciudad absolutamente cultural, enriquecedora, que te inspira y te hace pensar en tantas cosas... la prueba está en que fue fuente de inspiración para este Blog más de una vez. Poder observar esa ciudad todos los días es algo inexplicable; ver la luz del atardecer desde los puentes que atraviezan el Sena es indescriptible; sentir la ciudad silenciosa en el momento en que despierta por las mañanas es inigualable. Washington es un contraste, aunque dicen que es hermosa, no tiene comparación con la ciudad hermosa que es París, pero, como también dicen: tiene su encanto. Y yo no lo quería descubrir, porque tenía celos, no quería que ninguna ciudad reemplazara mi París. Pero hoy encuentro qué es lo que hace a Washington tan mágica: es inteligente. La ciudad te despierta el intelecto, te sientes "nerd" y más aún, te sientes orgulloso de ello. Te sientes menos si no llegas al nivel en el que quieres estar, pero no te puedes quedar atrás, ella te empuja, entonces aprendes. Es fantástica. Porque es dura cuando no sientes que llegas, pero es fantástica cuando te das vuelta y ves todo lo que has aprendido. Muchos no la aprovechan en ese sentido, pero la mayoría lo hace y por eso la inteligencia está hasta en el aire. Las personas que conoces son en su mayoría intelectuales o intelectuales "wanna be". Entonces se respiran en el aire esas ansias de aprender, de esnseñar, de compartir y muchas veces de competencia... claro, no puede faltar. Es cuestión de saberlo manejar y eso se adquiere con la práctica.
Yo que creía que lo más difícil de la vida era dejar París... dejar esa belleza, claro que es duro! Pero dejar Washington también lo es. Cada una en su estilo, tiene su encanto. Ahora sentirse satisfecho con otra ciudad que las iguale en belleza e intelecto respectivaente no es fácil. Ya creía haber superado la parte de la belleza, porque entendí que París jamás tendría reemplazo. Una vez entiendes eso, puedes vivir en paz. El siguiente paso también tomará tiempo, ese de superar el intelecto de DC.
Una vez identificadas las lecciones me atrevo a decir que miro atrás y siento nostalgia de dejar una ciudad que en el momento creí que había sido dura conmigo, y que ahora en perspectiva me doy cuenta que todas esas experiencias fueron las mejores enseñanzas que he podido tener en esta etapa de mi vida. Afortunadamente tuve personas a mi lado que me dieron fuercitas, que me hicieron reir a cada momento y que se aguantaron mis quejas una y otra vez!!! A esas personas dedico este post para que sientan orgullo de su pequeña LiLi que pudo ver (por fin) con otros ojos a la ciudad que nos unió.
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