Cuando uno es niño, se le pasa la vida rápido porque está entretenido y no tiene tiempo para pensar, juega todo el día y su cabeza está despejada, vacía de preocupaciones, no entiende de problemas, no conoce el estrés, sueña... sueña todo el tiempo con lo que va a ser cuando grande, con lograr cosas inalcanzables, tiene fantasías, tiene amores platónicos, está lleno de inocencia y amor, sonríe, no tiene razones para enfermarse, aprende de los grandes sólo lo que debe aprender, no miente, no conoce la maldad, es puro...
Cuando uno es adulto, trabaja demasiado y no tiene tiempo para sí mismo, su cabeza está llena de preocupaciones económicas, amorosas, laborales, profesionales, de amistad, tiene inquietudes sobre el futuro, las relaciones con las personas son difíciles y a veces tormentosas, tiene que afrontar problemas a diario y se estresa porque ya no hay quién le solucione todo como antes, los sueños son cada día más esporádicos, todo tiende a ser más real, menos fantástico, los amores platónicos se derrumban y viene la realidad de las relaciones, complicadas y difíciles, ya no hay inocencia, se aprende a ser desconfiado para sobrevivir en el mundo real... y aunque tiene amor por dentro, le es difícil entregarlo, las sonrisas son más escasas, la gripa y la fiebre llegan más fácil, aprende lo que no debe aprender, deja de ser un Ser puro...
Quisiera volver a ser niña, recuperar mi inocencia y mi felicidad, mi pureza y mi sonrisa. Volver a mi esencia, volver a soñar y a creer en mis sueños... volver a sentir que nada externo me afecta, que las preocupaciones no existen, que la vida es alegre, que la enfermedad y el estrés están en mi mente, que controlar la mente es posible...
Quisiera volver a trasmitir alegría y todo lo que soy. Volver a creer en mi, en que la vida tiene un propósito, en compartir ese propósito con los seres a quienes más amo... creer en que podré darle a alguien mucho cariño, compartir lo que soy y algún día entregarle todo mi amor y mi ser... dejarme querer como siempre lo hice cuando era una niña... abrir mi corazón a todo sin miedo a que me hagan daño, sin desconfiar...
No quiero ver lo malo de la gente ni de la vida... porque cuando niña siempre vi lo bueno, siempre acepté lo que tenía sin querer más, siempre supe que mi vida estaba llena de amor y que en el futuro encontraría a alguien con quién compartir eso... Y estoy en ese “futuro”!! No lo puedo dejar pasar sin vivirlo como siempre quise... siendo feliz y llenando mi corazón de cosas buenas y alegres.
Con los años uno deja que sus defectos se repitan tantas veces que se vuelven algo permanente, se van acomodando en su vida, hasta llegar a conviertirse en lo que uno es, pero en el fondo uno es “otra cosa”, una esencia que está ahí, latente… y para encontrarla hay que escarbar… Creo que, como muchos, tuve un muñeco importante cuando estaba chiquita… pero un día lo guardé porque ya era grande y “tocaba” dejarlo a un lado… pero creo que nunca es tarde, y más bien viene siendo hora de sacarlo y desempolvarlo para que me ayude a recordar lo que soy, porque creo que con el tiempo lo olvidé. Es hora entonces de sacar mi esencia del fondo del baúl de los juguetes.
Cuando uno es adulto, trabaja demasiado y no tiene tiempo para sí mismo, su cabeza está llena de preocupaciones económicas, amorosas, laborales, profesionales, de amistad, tiene inquietudes sobre el futuro, las relaciones con las personas son difíciles y a veces tormentosas, tiene que afrontar problemas a diario y se estresa porque ya no hay quién le solucione todo como antes, los sueños son cada día más esporádicos, todo tiende a ser más real, menos fantástico, los amores platónicos se derrumban y viene la realidad de las relaciones, complicadas y difíciles, ya no hay inocencia, se aprende a ser desconfiado para sobrevivir en el mundo real... y aunque tiene amor por dentro, le es difícil entregarlo, las sonrisas son más escasas, la gripa y la fiebre llegan más fácil, aprende lo que no debe aprender, deja de ser un Ser puro...
Quisiera volver a ser niña, recuperar mi inocencia y mi felicidad, mi pureza y mi sonrisa. Volver a mi esencia, volver a soñar y a creer en mis sueños... volver a sentir que nada externo me afecta, que las preocupaciones no existen, que la vida es alegre, que la enfermedad y el estrés están en mi mente, que controlar la mente es posible...
Quisiera volver a trasmitir alegría y todo lo que soy. Volver a creer en mi, en que la vida tiene un propósito, en compartir ese propósito con los seres a quienes más amo... creer en que podré darle a alguien mucho cariño, compartir lo que soy y algún día entregarle todo mi amor y mi ser... dejarme querer como siempre lo hice cuando era una niña... abrir mi corazón a todo sin miedo a que me hagan daño, sin desconfiar...
No quiero ver lo malo de la gente ni de la vida... porque cuando niña siempre vi lo bueno, siempre acepté lo que tenía sin querer más, siempre supe que mi vida estaba llena de amor y que en el futuro encontraría a alguien con quién compartir eso... Y estoy en ese “futuro”!! No lo puedo dejar pasar sin vivirlo como siempre quise... siendo feliz y llenando mi corazón de cosas buenas y alegres.
Con los años uno deja que sus defectos se repitan tantas veces que se vuelven algo permanente, se van acomodando en su vida, hasta llegar a conviertirse en lo que uno es, pero en el fondo uno es “otra cosa”, una esencia que está ahí, latente… y para encontrarla hay que escarbar… Creo que, como muchos, tuve un muñeco importante cuando estaba chiquita… pero un día lo guardé porque ya era grande y “tocaba” dejarlo a un lado… pero creo que nunca es tarde, y más bien viene siendo hora de sacarlo y desempolvarlo para que me ayude a recordar lo que soy, porque creo que con el tiempo lo olvidé. Es hora entonces de sacar mi esencia del fondo del baúl de los juguetes.