Thursday, August 31, 2006

La historia del viajero

Esta es la historia de un viajero que va por diferentes países del mundo conociendo culturas y gente y gente. Que encuentra seres adorables en su camino, pero los deja por otros nuevos... El viajero va dejando huella, tal vez, tal vez no. Ellos van dejando huella en él. Claramente.

A este viajero le duele dejar la gente, los lugares. Parece que no tiene alma de nómada. Pero el mundo le sonríe al viajero, sólo que a veces él se siente inseguro porque desconoce esos lugares, se siente ajeno. Se impacienta porque quiere tener todo en sus manos, como siempre le ha gustado vivir, con control de su mundo. Pero eso no es fácil... tal vez no lo es ahora porque no está inspirado... energías que lo rodean no lo dejan pensar con claridad... el encierro entre columnas de cemento no lo dejan reflexionar y ver más allá... la luz y la bellaza están lejos. Hay disciplina y orden en el nuevo mundo del viajero, hay armonía mas no belleza... no de esa que inspira. Él extraña un paisaje, un río, un atardecer brillante...

A veces se siente solo estando acompañado. A veces se siente solo porque en realidad está solo. No solo en el mundo, no. Solo en aquella ciudad del momento. Pero tampoco solo de compañía, porque la tiene... el 99% de las veces (si no es el 100%) tiene gente muy buena a su alrededor. Él se siente solo de “gente que lo conozca”, de gente que lo ame verdaderamente. Cuando el viajero tiene compañeros de camino, no piensa en que está solo porque se distrae con ellos, vive alimentado de felicidad momentánea... tal vez efímera. Y a veces guarda y guarda lo que siente, muchas veces lo ignora, para no pensar. Porque posiblemente no haya nada “importante” que pensar. Sólo que seguro llega un día en que se inspira, piensa y explota. Si guarda y no reflexiona mucho puede llegar a olvidar, y así encuentra una solución. Otra solución es dormir, salir de la realidad un rato... y al despertar? Todo está bien y la vida sigue.

El viajero es consciente que depender de la gente para ser feliz es algo absurdo. Así nunca sería feliz. Un día el viajero le pregunta a alguien “cómo estás?”, y éste respondió “estoy triste porque x persona me dijo x cosa”... cómo dependemos de los demás para ser felices... El viajero se preguntaba entonces a sí mismo cómo sería el mundo si a nadie le importara lo que la gente hiciera, dijera o dejara de hacer o decir... Sería un mundo egoísta o uno perfecto...

En sus viajes al encontrarse con gente tan diferente y de visiones opuestas, similares, lejanas, extrañas, incomprensibles, sabias, el viajero abre su mente y piensa en temas de fondo, temas diarios, temas reales, irreales... más de una vez mirando las estrellas habló con sus amigos, sobre los planetas, las galaxias, el límite del universo, dónde empieza, dónde termina, qué hacemos aquí, a dónde vamos, cuál es el propósito de vivir en La Tierra? Estamos solos en el mundo, quién nos ve, a dónde vamos después?

Hablaba mucho de los estilos de vida, de las diferencias entre las personas, de aquellos que escogen una vida sana, llena de cosas para aprender, de experiencias impecables... mientras que otros prefieren una vida desordenada, llena de banalidades y desaciertos. Veía como algunos hacen un poco de esto y un poco de aquello. Discutía sobre cuál era entonces la mejor manera de hacerlo... vivir un poco pero nada de extremos. Dejarse llevar pero cuidar sus valores....

El viajero ama conocer gente interesante, que le enseñe y no gente que le quite o que lo haga sentir mal, según él es mejor alejarse de la gente que no le aporta... el viajero se guía siempre por las “energías” y de acuerdo a ellas ha ido seleccionando sus amigos y compañeros de camino.

Al viajero le da miedo a veces ser él y sentirse juzgado... pero le da más miedo no poder ser él, libre de todo. Al visitar países diferentes se explora a sí mismo y se descubre. Pero le es difícil reconocer el límite de ser libre, no conoce todavía SU límite, no sabe hasta dónde llega su personalidad, cómo es, de qué color, a qué sabe. Lo sospecha, pero no está seguro... le da miedo perder y defraudarse a sí mismo... eso le da mucho, mucho miedo. Le da miedo juzgarse aunque lo hace siempre. Sabe que eso no es sano, pero le es difícil controlarlo. El autoestima es un tema delicado y él lo observa en sí mismo y en los demás.... parece una de las tareas más difíciles del ser humano aquello del autoestima, aunque no seamos conscientes de ello. Entenderlo hace parte de madurar, dice el viajero. Madurar para él es descubrirse, entenderse y corregirse. Pero por encima de todo eso: quererse. Sin eso, no hay nada.

El viajero se deja llevar por los sentimientos, los impulsos, los momentos, a veces demasiado... las angustias momentáneas lo agobian. La mente a veces lo manipula, pero poco a poco él se ha percatado de lo poderosa que es ella y la va aprendiendo a manejar cada día un poco más. Aunque sabe que le queda mucho por recorrer aún. Se refugia en actividades diversas para distraer a esa mente a veces perversa y mala. Sabe que tiene que tenerle cuidado, entonces la respeta, pero la aprende a llevar...

El viajero es sensible, muy sensible. A la naturaleza, a la música, las imágenes, los sonidos, los olores, los sabores, el tacto. Pero también a las palabras, las miradas, los gestos, las personas y las energías. Sensible al amor, al cariño y a la amistad. Sensible al odio, a la ira y al desprecio. Sensible al sufrimiento y a la gloria. Se emociona fácilmente. Con cualquier cosa que le toque el corazón... así como también ignora con frialdad lo que no le toca el corazón o lo que no le interesa.

Un viajero como éste, aventurero pero sensible, cree que tiene “el deber de estar ahí para los demás”. Siempre. A todo momento. Actúa con los demás como le gustaría que actuaran con él. Se desilusiona muchas veces, pero aún así, no cambia su amor por los demás, eso lo llena. Cuando alguien a su alrededor se hace daño a sí mismo, el viajero intenta prevenirlo, pero no sabe cómo... se siente impotente, sufre y se culpa. Entiende que al final cada persona debe dar el primer paso y que nadie decide por nadie, cada uno es dueño de sus actos y de su vida... el viajero sabe que puede acompañar, mas no intervenir del todo.

El viajero sueña con el mundo perfecto. Con que todos nos quisiéramos y dejáramos de matarnos y de sufrir. Que viviéramos para aprender y ser mejores. Que todos entendiéramos el sentido de la vida... sueña con ello y sueña una vez más. Pero al mismo tiempo que él sueña, hay guerras pasando, música sonando, inspiración naciendo. Bebés llegando al mundo mientras otros se van yendo, cansados de estar aquí o simplemente se van porque ya es su turno. Mientras unos se cuestionan, otros ayudan a los que lo necesitan, otros hacen daño a inocentes, o a culpables, otros juzgan, otros viven como dioses en la Tierra, otros se preocupan, otros ignoran... otros aprenden y otros viven conscientes, aprovechan y gozan... es un mundo inmenso, mas no ideal. Y el viajero lo va conociendo poquito a poco y va entendiendo que tantos años han pasado y seguimos sin entender tantas cosas...

Muchas veces el viajero piensa que la humanidad ha hecho mucho. Otros días dice, que sólo hemos hecho lo necesario. Otros días dice que tal vez hemos hecho poco. Y otros días concluye que es posible que hayamos retrocedido. Pero no es pesimista, es más bien optimista y tiene una fe inmensa en que vamos a reaccionar a tiempo y que cada vez son más los “buenos” que los “malos”... aunque a veces pareciera lo contrario.

Es normal que el viajero común (si esto existe) extrañe lo que la gente llama “su lugar en el mundo”, pero este viajero cree que tal vez no lo ha encontrado. El país de donde viene es para él algo irremplazable, su gente y sus costumbres, sus paisajes y alma. Pero a veces siente que pertenece a "otra parte". Este viajero se adapta y se apega a los lugares nuevos. Pocas veces se aburre porque encuentra lo que lo hace feliz. Pero siempre tendrá una gran duda: saber cuál es su verdadero “lugar en el mundo”, si éste existe, si es palpable o es espiritual, si lo encontrará o lo buscará por siempre, si ya lo encontró y no lo sabe... o si tal vez su lugar en el mundo es sólo su corazón.