Es increible lo que me afecta ver tanta oposición a mi Presidente. Ver sólo por encima las nocitias, me dan ganas de llorar, ganas de gritar, como si se tratara de mi vida privada, de un hecho muy profundo, de esos del corazón... pero se trata del Presidente de la Repúblia, de un personaje público que tal vez no debería afectar mi corazón así... pero CLARO QUE SÍ debería afectarlo, es nada más y nada menos que MI PRESIDENTE que lleva las riendas de MI PAÍS, de mi patria, del país que llevo en mi corazón.
Es sólo ese hombre que decide por mí, por los demás ciudadanos, por todos nosotros, los colombianos. el hombre que tuvo la magia suficiente para ser elegido y reelegido en esta República. Para lograr ser amado por el 80% de los colombianos, que ha logrado lo que yo considero, ningún otro presidente de Colombia ha logrado, que es recuperar la confianza de todos nosotos, que vemos que ahora podemos volver a nuestras tierras más queridas, que podemos ver a nuestros campesinos volver a los suyo, a lo natural, y que permitó recuperar la credibilidad de aquellos que ven desde afuera un país que empieza a emerger económica y comercialmente, un país en el que vale la pena invertir.
Me duele porque tengo miedo. Me asusta pensar que haya quienes son capaces de decir lo que sea para derrumbar a el único Presidente que no se roba nuestra platica y que impide que otros lo hagan. Que ha luchado para que corregir nuestras habitudes corruptas y hacer que el dinero del Estado sea invertido correctamente y llegue a sus fines últimos, que se ha ganado numerosos enemigos por su contienda contra fraudes, corrupción y demás delitos de cuello blaco.
Es importante que haya oposición, para oir a aquellos que tienen sus acusaciones basadas en criterios y pruebas, a aquellos que tienen algo fundamentado para atacar y proponer nuevas alternativas de solución, paz y modelos de desarrollo. Pero no soporto oír críticas infundamentadas, sin conocimiento, que sólo existen para hacer daño y sin pensar en el país que tanto necesita buenas ideas. Nos sobra la plabrería, nos sobran las críticas destructivas, nos estorba el tiempo gastado en disputas políticas sin fundamento.
Qué será de nuestro país si seguimos en estas eternamente? Ya es hora de hacer oposición por el bien del país, no para perseguir intereses políticos y con el único objetivo de hacer campaña política por x partido, sin importar las consecuencias que eso puede traer, el daño que eso representa para un país... y con el interés dañado de atacar a un Presidente sin reconocer lo bueno que éste ha hecho por el país en tantos ámbitos de la vida de sus ciudadanos.
Es claro que los argumentos infundamentados del señor Petro, sacan de contexto las situaciones que hacían parte de una realidad vivida por el país en aquellos años cuando la guerrilla no permitía trabajar atacando sin cesar nuestras áreas rurales y donde el Estado no tenía presencia. Donde todo ocurría y no había políticas que protegieran a las familias, las tierras y los negocios de la gente del campo y los dueños de esas fincas antioqueñas. Donde las cosas se hicieron legalmente y donde no había malas intenciones, como lo tratan de hacer ver. Pero bueno, hay que dejar que se habla y se debata, hay que escuchar y defender cuando sea necesario.
Conocemos bien a nuestra clase política, sabemos cómo es que funciona y lo que es capaz de hacer, politizando temas y haciendo afirmaciones que no corresponden, descontextualizando los hechos, para crear duda y sembrar confusión y desesperanza en el corazón de la gente. Impidiendo que nos concentremos en los temas que de verdad necesitan y ameritan toda la atención, desgastando al gobierno, a los medios, a los ciudadanos y a todos. Distrayendo a los inversores y a los políticos internacionales haciéndolos parte de esta discusión que debería quedarse en nuestras fronteras, por ser un tema más judicial que político. Impidiendo que Colombia sea vista como lo que es, un país próspero y con ganas de salir adelante.
Yo sólo quiero expresar que estoy muy triste y alcancé a estar muy preocupada. Pero con el paso del tiempo y al ver la respuesta del Presidente y de la gente, quedo más tranquila, porque los colombianos no somos tontos y no nos dejamos engañar. Sabemos muy bien quién es Álvaro Uribe y creemos en su honestidad.
