Saturday, December 03, 2011

¿Hasta cuándo?

Había una vez un pueblo tan resistente y resignado... se llamaba Colombia. Hoy quiero contar la historia de una gente que vivía en una tierra preciosa y llena de vida. Pero también estaba llena de muerte y dolor. 


¿Hasta cuándo las FARC, hasta cuándo las masacres, hasta cuándo esa violencia despiadada? ¡Qué cansancio! Yo no sé cómo los colombianos no hemos tirado la toalla con la guerrilla, los paramilitares, los narcotraficantes, las bandas criminales, los ladrones, los mentirosos, en fin, en fin... ¿Qué más nos tendrá que caer encima? Somos demasiado tranquilos y conformistas.


Cuando oía hoy a uno de nuestros Ministros haciendo un repaso rápido de los últimos engaños de los que hemos sido víctimas de manos de las FARC como si estuviera contando zanahorias, me dio mucha tristeza, indignación y realmente físico cansancio. Me sentí agotada de un momento a otro pensando con nostalgia lo que esta sociedad ha tenido que afrontar, vivir y soportar a lo largo de 60 años de guerra. Qué dolor ver familias destruidas, agotadas esperando el retorno de sus hermanos, hijos y padres de la selva después de 12 ó 15 años de secuestro. 


Vemos los periódicos pasar, como en las películas, con noticias y noticias infinitas contándonos cada vez una historia más aterradora que la anterior de masacres a pueblos enteros, bombas sin piedad en establecimientos públicos por los que transitamos cualquier día, asesinatos de secuestrados, matanzas entre los mismos guerrilleros, incluso hasta trayendo la mano de alguno como prueba. Es realmente aterrador, lo que pasa es que olvidamos el dolor, se nos perdió la capacidad de sentir indignación. Las atrocidades más crudas las soportamos, las oímos, las vivimos, las ignoramos. 


Duele no tener más pantalones para parar y decir ¡NO MÁS! 


Elegimos mandatarios con mano dura y corazón grande que después de mucho trabajar, los dejamos salir por la puerta de atrás, como si fueran traicioneros y delincuentes, y al día siguiente entonces los olvidamos. Elegimos otros para que continúen esa labor y somos los primeros en criticarlos cuando en el fondo sabemos que están haciendo lo que pueden, y olvidamos que con la guerrilla no hay palabra que valga. Y el engaño vuelve a dejarnos despojados de la fé que nos quedaba y nos arrebata los sueños que nos dejaban imaginar por unos segundos una Colombia por fin en paz.


¿Hasta cuándo? ¿Qué falta realmente para que nos cansemos? ¿Resistiremos otros 60 años? ¿Cuál es nuestro plan? Aguantar? Olvidar? ¿Pretender que no es "conmigo"?


¡Ánimo Colombia! ¡Marchemos el próximo 6 de diciembre!

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