Wednesday, September 12, 2012

El desapego no tiene edad

He estado pensativa con respecto al envejecimiento, por experiencias de personas muy cercanas y que dicen estar en entrando en ese nuevo ciclo de la vida. 

Aún cuando todavía veo esa etapa muy lejos, ayer tuve por primera vez la sensación de miedo y sobre todo de incertidumbre frente al tema. Pues estuve trabajando fuera de mi casa (mi lugar de trabajo habitual), en un lugar donde a mi lado se reunieron entre 12 y 15 señoras cuya edad promedio creo que debía estar entre los 75 y 78 años. Soy pésima para calcular la edad de las personas, pero estoy casi segura de que así como había señoras de 80 había otras de 60-65 años.

Me limité a observarlas un rato y a pensar un poco en lo que sería la vida de esas mujeres hoy en día, en lo que habría sido su vida cuando tenían 30 años menos, en si todavía estarían vivos sus maridos y si todavía las querían o ellas los querían a ellos. 

Creo que la vida es a veces muy extraña, pues tiene unos momentos muy duros de aceptar. Siempre me ha parecido cruel el hecho de que las personas tengan hijos y dediquen su vida a ellos para que cuando sean grandes se vayan y dejen a sus padres otra vez solos. Esa me parece una de las cosas más duras de entender de esta vida. Y otra es esa de los ciclos en la vida, cuando uno va creciendo supera etapas y le toca aceptar que debe dejar atrás etapas, comportamientos, experiencias y amistades. Que debe mirar sólo hacia adelante y no apegarse a nada ni a nadie. 

La vida es cruel y difícil.

Ahora que vivo de cerca el cruce de una etapa a otra de un ser querido, pienso y reitero una vez más que la lección más importante que vinimos a aprender en esta vida es el desapego. No sé realmente con qué fin, pero creo que en la gran mayoría de circunstancias difíciles de la vida está esa enseñanza y tal vez será por eso que es la que creo que más nos cuesta aprender. Uno ve la gente que es más desapegada y pareciera desde afuera que es la que mejor vive. No sé si sus corazones estén arrugados por dentro, en la oscuridad de la soledad, pero desde el exterior parecen exponencialmente felices. 

Habrá que aprender más de esa gente y saber sonreírle a la vida cuando ésta nos de y aún cuando nos quite. 

1 comment:

Anonymous said...

A mí el desapego me cuesta. Pienso que es debido a mi buena memoria. Todo lo que vivo con alguien querido se me graba a fuego.
Tener buena memoria tiene también su lado oscuro.

Muy bueno leerte de nuevo.

Un abrazo.