Wednesday, November 30, 2005

El comienzo después del final

Hace unos días traté de construir con mi amiga Virginia (nombre falso) una lista de etapas por las que uno pasa después de terminar una relación. Hay que dejar claro que todo depende de la relación, de las personas que la vivieron, de las condiciones en las que se termine, en fin, de mil factores. Ésta es una recopilación de períodos por los que uno puede pasar o no, dependiendo de esos factores y que entre Virginia y yo logramos juntar y organizar de alguna manera lógica. Entonces vale hacer las siguientes aclaraciones: advertencia 1: debe haber otras que no están incluidas porque desconocemos. Advertencia 2: no todos pasamos por todas y cada una de las etapas. Advertencia 3: el orden puede variar. Así que querido público, están bienvenidas todas las etapas adicionales que se les ocurran o cambios que le quieran hacer a las ya existentes y/o al orden. También vale decir que la velocidad con la que se pase de una etapa a otra depende de cada relación y sobre todo de la voluntad, léase bien, de cada uno para superar sus momentos!!! Empecemos:

  1. Caiga en cuenta que es mejor terminar (si es el que termina) y ACÉPTELO.
  2. Tome la decisión.
  3. Hágalo: termine pues, dígaselo a la pareja.
  4. Llórelo udsted también: no come, no duerme, le duele la cabeza... Pero tampoco se ayuda: ve fotos, piensa en las cosas lindas & se pone triste...
  5. Sentimiento de culpabilidad: "es que no hice lo suficiente, pude haber dado más de mí, yo tengo la culpa"
  6. Soy lo máximo: "yo soy lo mejor que le pudo pasar a esta persona, merezco ser tratada/o como una reina/rey, no me supo valorar, me merezco lo mejor..."
  7. Sentimiento de derrota/conformismo/ superación: "no era para mí" (etapa no obligatoria).
  8. Odio: sentimiento de rabia hacia la otra persona por no valorarlo a uno. "No me merece!".
  9. Déjelo atrás: período de ignorarlo todo, evadir, evitar todo contacto por "protección".
  10. Superado: desconexión absoluta, tanto física como mental. Se le olvidó que la otra persona existía. El maravilloso y tan esperado olvido.
  11. Quiero ser su amiga/o: si todavía quiere a la persona (y guarda la esperanza) "quiero saber cómo estás, no me gusta no saber de tí". Si ya definitivamente olvidó: "ya que las cosas no funcionaron, seamos amigos!"
  12. Vuelva al punto 0.

Punto 0. Encuentre otra persona, empiece a conocerla, establezca una relación, vívala, aprovéchela, disfrútela. Cuando tenga suficientes razones para dejarla a un lado pase al punto número 1.

6 comments:

Anonymous said...

Me sentí muy importante siendo parte de tu artículo. Gracias hermosa. Creo que uno tiene que enamorarse sin pensar que va a sufrir. Porque entonces no se enamoraria y se perderia de cosas increibles. Entonces no hay que tener miedo a sufrir porque entonces no saldriamos a la calle porque nos puede coger un bus. O estoy loca? Porque a veces dudo. Y pienso que si uno sabe que no, para qué se mete ahí??? Pero entonces que es "saber que no"? que no me voy a casar...

mai lirol poni said...

muy bueno el post, yo una vez hice algo parecido pero es muchísimo más largo..si tienes tiempo y no te da pereza:
patología del despecho

Unknown said...

Mmmmm Mani, no sé. Tu más que nadie sabe que yo le meto mucha cabeza a esto de las relaciones y trato de ser racional pero he llegado a concluir que "el que piensa pierde". Me he pasado la vida pensando si alguien me conviene, si no, si es pa mí, si no... y ahhh! Sinceramente la vez que más disfruté una relación fue cuando no pensé tantas bobadas (que a veces no son bobadas). Me dediqué a SENTIR. Y eso fue lo mejor. Porque uno confía en lo que siente, y sabe que el sentimiento no es del todo positivo, pues acepta que no y ya! Pero cuando uno siente que "could be" pues allez-y (go ahead), viva y disfrute, que solo tenemos una vida (por ahora!). No sé no sé... igual quiero aclarar que este tema no surgió por nada que esté viviendo en este momento, pero ya que se abrió debate, se puso como interesante! Y Olive: with lot's of love for you girl! Te deseo lo mejor por allá...

Anonymous said...

Mis queridísimas pulgas... me atrevo a hablarles a todas, soy la voz de la experiencia que les lleva unos tantos añitos de ventaja....y tambien unas cuantas relaciones fallidas y finalmente una acertada con un presente feliz.

Cada relación es un mundo diferente en el que como Lili dice pasan las cosas en momentos distintos o en desorden pero al fin y al cabo pasan (digamos que matemáticamente el orden de los factores no afecta el producto como diría Beatriz Toro).
Pero es una tranquilidad decirles que al final del túnel, cuando ya uno esta crecidito y llega a un punto en su vida cuando mira para atrás, todas esas personas y esas terminadas y despechos hiceron de ti lo que eres ahora.
Estar despechado, en su momento es una cagada... pero mas que necesario, es una forma de cerrar los capítulos (que a veces para que les digo mentiras, esos HP se quedan abiertos... sin final a la vista.... y años y años despues se cierran sin que uno se de cuenta :)

Mi etapa favorita en el ranking de Lili es el conformismo que evoluciona en optimismo la mayoria de las veces.... ok, este no fue... pero ya llegará; ahi es que se aferra uno a los dichos parroquiales paisas.... "No era para mi"... "lo que es pa' uno es pa' uno y al que le van a dar le guardan"... " matrimonio y mortaja, del cielo baja"... etc.
Sobretodo porque muchas veces comprobé que el destino tiene un poquito que ver en las personas que pasan por la vida de uno....

Pero bueno, solo les aconsejo en las relaciones mientras mas cabeza ponga uno, mas complicado se vuelve... ese fairy tale de principe azul mis niñas es muy difícil de conseguir... les digo yo que hasta viajé a tierras lejanas a buscarlo.... finalmente encontré un príncipe que igual que yo tiene defectos pero que disfrutamos cada momento juntos sin ponerle mucha cabeza y que mas que nada es mi cómplice... de sueños, de aventuras, de alegrías y tristezas... El me dijo algún dia algo que me quedó sonando hasta el dia de hoy: Enamórate de alguien que esté enamorado de ti!!! (por supuesto tiene que ser alguien worthy...)
Pero pensándolo bien.. a mi me pareció una buena filosofía.... y me funcionó! :)
Good luck my friends!!!

Anonymous said...

Estoy de acuerdo. Hay que meterle un poco de cabeza a la relación. Me parece que uno debe pensar que es como un "abismo" al que se va a tirar de cabeza y que por lo menos piense antes de tirarse si vale la pena y a dónde se está tirando.

Digamos yo decidí que me iba a botar y me boté. Y claro, así como sé que ahora estoy feliz puede que mañana no. Pero si pienso desde ya en el final y en que voy a sufrir...Estoy matando la relación desde el principio.

Y pienso que si sufro el día de mañana (porque estoy de acuerdo en que terminar es lo peoooor) pues valió la pena y fue delicioso sentir lo que estoy sintiendo.

Anonymous said...

Excelente Lilí el análisis en 12 puntos del proceso de des-enamoramiento, que concluye con esa nota de humor sarcástico consistente en cerrar el ciclo con un nuevo amor, mero trámite para “volver al punto 1” (y aquí la chispa de que me hizo sonreir).

Yo añadiría, si me lo permiten, un punto más, el punto 13 que dice así: ¡Qué escapada hice! ¡De buena me libré! Y espero que no se me entenderá mal; pues personalmente considero que no existe sensación más instintiva e irracional que la experimentada durante el enamoramiento, un estado que yo percibo como ideal porque nos aporta esa intensa esencia vital, tanto tiempo olvidada y ahora recuperada; pero que al mismo tiempo nos impide una visión objetiva de la situación. “El amor es ciego” dicen.

Tres episodios jalonan mi experiencia y justifican el punto 13 que he propuesto. Veamos:

1º Admiraba tanto su carácter fuerte y resolutivo que cuando ella, harta ya de tropezar con mis zapatos, los agarró y arrojó por la ventana a la calle (“olían mal” creo que dijo), yo me dije “esta es mi chica”. Y la molestia de tener buscar mis zapatos, descalzo en la calle y en plena noche madrileña, era compensada por la satisfacción de sentirme amado por “la mujer de mi vida”.

2º Yo no sabía si me gustaban los gatos pero sí sabía que me gustaban sus ojos verdes, los de ella, ojos verdes de gata. Me gustaban también su agilidad y flexibilidad, cualidades muy felinas, las de ella. Un día me invitó a cenar a su apartamento. Apenas yo había llegado sentimos que algo se quemaba, no era yo (que también), era la cena; con rapidez endiablada, saltó como una pantera sobre la cocina y agarrando la sartén ardiente a la vez que, con gesto sincronizado, abría la ventana “chas-chas”, arrojó todo el aceite hirviendo al patio de la vecindad; un alarido ahogado se elevó desde su fondo, pero ella no lo oyó. -“Listo”- dijo cerrando la ventana de un solo golpe “clac”. Admirado y horrorizado, no me atreví a asomarme a mirar; ella tampoco lo hizo. De aquella noche recuerdo que nos disponíamos a cenar aquellas croquetas carbonizadas cuando sonó el timbre de la puerta. Abrí. Eran un malhumorado anciano y un pobre gato grasiento, chamuscado e incomprensiblemente vivo. “Esto es indignante, es la cuarta vez que sucede – me espetó el vecino –¿Usted cree que son maneras de tratar a un pobre animalito?”. En eso, irrumpió ella – “Pero, esto ¿Qué es? ¡Qué asco! Puajj” – tomó al gato por el rabo y lo tiró por la ventana. –“¡Listo! lo ponen todo perdido – y reparando en el viejo añadió fulminante – Y usted qué quiere ¡Lárguese!”. Su vecino retrocedió aterrado y rodó estrepitosamente escaleras abajo. Allí acabaron sus días los dos, gato y vecino; pero a ella no pareció importarle, – “alguien tenía que hacerlo ¡eran odiosos!” dijo. Y clavandome su mirada de fuego verde me gritó -"¡y tú no me mires así, como recriminándome. ¡Lárgate!".

3º Lo nuestro se acabó pero en teoría seguíamos siendo “amigos”. Y aunque ya no nos veíamos, sí hablábamos por teléfono. Un día de Navidad yo la llamé. Al mismo tiempo que conversábamos, yo podía oír por el auricular cómo ella estaba batiendo huevos – “ Me estoy preparando la cena”. Y siguió batiendo con habilidad evidente – “clas-clas-clas-clas”–. Al poco comencé a escuchar una serie de golpes fuertes y secos –clac-clac-clac-clac–, repetidos regularmente, como sobre el cristal de una ventana. –“¿Qué son esos golpes?”. –“Es mi madre, la tengo encerrada en el balcón ¡No la soporto!” – me dijo. – “Con este frío, cómo puedes tenerla ahí fuera”. –“¡que se fastidie! ¡La odio!”.Y seguimos charlando los dos como si tal cosa mientras ella seguía batiendo sus huevos con eficacia– “clas-clas-clas-clas”– y su madre imploraba tras el cristal-"clac-clac-clac-clac". No volví a preguntarle por su madre; nunca supe si sobrevivió a esa fría noche de Diciembre.

¡Fuerte!, así era ella, mi chica de entonces. Yo, la admiraba. Y quizá todavía la admiro un poco; pero ahora, con la perspectiva que da una cierta distancia, ya no es para mí la apasionada y tenaz sino la cruel y despiadada… Y pensar que hubo un tiempo en que yo, ciego de amor, la adoraba. “Qué escapada hice”…